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La quejudez de los peruanos

Publicado: 2017-06-05

La semana que pasó estuvo cargada de muchos embates políticos, desde la renuncia del exministro Vizcarra, el informe de la Contraloría, la reaparición de Alejandro Toledo en las redes sociales, lo que realmente dijo Marcelo Odebrecht, la reflexión constructiva del Premier Zavala, la juramentación de los nuevos ministros Bruno Giuffra y Pedro Olaechea en sus nuevas carteras, el pedido de la Presidenta del Congreso Luz Salgado: “exhorto al señor ministro Zavala a que rectifique sus declaraciones poco democráticas”, hasta la propuesta que está haciendo el congresista fujimorista Mario Mantilla de convocar al congreso al nuevo ministro de la producción Pedro Olaechea –recién juramentado en el cargo- y al ministro Eduardo Ferreyros para que expliquen cómo será la participación del Perú en el Concurso Mundial de Bruselas que se realizará en Chile y que al parecer no permitirán usar el término “pisco” como denominación de nuestra bebida bandera, y otros temas más. 

A esto se suma la retahíla de quejas en los medios de comunicación con los “analistas” y “políticos” de siempre, y por supuesto las coloradas redes sociales que regurgitan la bilis del odio, la intolerancia y la agresión; todo esto se entremezcla en las tapas de las portadas de los diarios y revistas que cuelgan de los quioscos al paso de cada ciudad, como una cruda radiografía de la realidad nacional.

La queja en el Perú se ha convertido en parte de nuestra cultura, desde las quejas de los padres de familia en las reuniones de colegio porque les dejan muchas tareas a nuestros hijos, o las quejas porque los alcaldes no hacen nada para resolver el problema del recojo de basura, o el infernal tráfico, o por los semáforos “inteligentes” que no funcionan; hasta las quejas por el maltrato en los servicios públicos, de la policía, en los centros de salud, y qué decir del sistema de justicia; y peor aún, las quejas en los pasos perdidos del Congreso con cada personaje que deja poco a la inspiración de los caricaturistas; y quejas y más quejas por estas cosas que efectivamente requieren atención hasta otras quejas fatuas que lindan con la cojudez.

Esa cojudez que Marco Aurelio Denegri(*) define como un peruanismo con cinco significados: cualidad de cojudo; necedad, tontería; cosa de mala calidad; cosa insignificante; o situación, cuestión o asunto problemático, espinoso o delicado. Y que explica mejor en la siguiente cita de su mismo artículo:

“En el Perú –dice Sofocleto– la cojudez va mucho más allá de las definiciones, la gramática, la etimología y los diccionarios. Es necesario vivir nuestra cojudez, más que definirla. Es indispensable llevarla en el andar, la piel, la sangre, el alma… respirar a través de ella, arrullarse con su hipnosis colectiva y amarla con esa ternura infinita que sólo un cojudo puede poner en la cojudez”

“Los peruanos tenemos la particularidad de generar cojudez con una facilidad asombrosa. Somos, pues, cojudógenos. El neologismo cojudógeno designa a la persona que genera cojudez, que la suscita y despierta, que la provoca y engendra. Cuando en una reunión, por ejemplo, comienzan a proliferar las cojudeces, ello indica que hay uno o más circunstantes cojudógenos. El proceso se llama cojudogenia.”

Y entonces recurro a una contracción gramática para referirme a la “quejudez” como una característica –al menos- de la mayoría de políticos peruanos, esa capacidad que ahora tienen de quejarse por cojudeces y hacer de eso su protagonismo mediático que arrastra sendos análisis y opiniones de los otros que también son políticos pero que se disfrazan de objetivos analistas de la menesterosa realidad de la política peruana.

La quejudez de los peruanos está convirtiéndose en una especie de epidemia ideológica, que supera el muñido debate de la ideología de género –como si existiera- al punto que nuestro parlamento atiborrado de “Domóstenes primarios”, que hacen de interventores y leguleyos para promover normas que resuelven pleitos o problemas de particulares, dejan para otros momentos las decisiones importantes para el beneficio del país, por ejemplo, hasta ahora esperamos la aprobación del reglamento para que entre en vigencia la Ley 30021 que promueve la alimentación saludable promulgada en mayo de 2013. “Vengan primero las interpelaciones antes que la alimentación saludable de nuestros hijos, porque en el Perú se come bien”, seguro rumian algunos en el cobijo de su curul.

Cuándo entenderemos que la política es un valor cuando no tiene precio; es un bien cuando se adquiere con la humildad; es un medio cuando proclama la paz, el amor, la justicia y la libertad; es un fin cuando contribuye a la felicidad de los demás; es un honor cuando se rige por la honestidad; es una esperanza cuando cultiva la solidaridad; es una fuerza cuando se forja con la lealtad; es decir, la política es el arte de lo posible de los hombres y mujeres de verdad.

¿Cuándo entenderemos?, ¿cuándo?.

(*) Artículo de Marco Aurelio Denegri: La Academia está desinformada. Publicado en La República el 12 de septiembre de 2004.


Escrito por

Julio Navarro -Jucenaf

Periodista y luchador incansable contra la crisis de valores para construir un mundo mejor! JALCA para siempre! Aquí mi opinión personal.


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Construyendo un Perú mejor

Elegir, actuar y transformar el entorno para incrementar su valor y generar felicidad y progreso es el deber que debemos cumplir cada día!